miércoles, 3 de mayo de 2017

COLUMNA VEUSFESTERA (XXVII)

Pasamos por dos festividades que están siendo ahogadas por el consistorio Municipal, la fiesta de San Vicente Ferrer y las Cruces de Mayo. Ambos concursos son organizados por Lo Rat Penat y los dos han sufrido serios y graves recortes en forma de subvención. A esto hay que añadirle artículos que no ayudan en nada a mantener las tradiciones, siempre sacando a relucir trapos y comentarios afines a quien ordena, manda y por supuesto paga.
Respecto a la fiesta vicentina, requiere de una gran regeneración desde sus bases, desde dentro y sobre todo aportando frescura a una fiesta ciertamente anquilosada y que necesita un dinamismo que excepto grandes excepciones, no se cumple. Pondré tres ejemplos para quien desconozca como funcionan los altares, pueda formarse una opinión al respecto.
Son detalles los que nos ocupan, pero determinan bien a las claras la dejadez y la falta de compromiso por parte de altares y de algunos presidentes. 
En primer lugar la fiesta vicentina no aparece en la APP del Ayuntamiento de Valencia. ¿ Porqué?. Porque hay altares que no han mandado la información requerida para poder activar la aplicación.
En segundo lugar en al concurso de milacres se pidió ayuda para colaborar con la organizción de la JCV y de 17 participantes en el concurso escasos 8 fueron los que arrimaron el hombro.
Y en tercer lugar, cuatro fueron las personas que "aparecieron" para ayudar en la ofrenda con la infraestructura y organización.
Pero esto, son motivos internos, son pequeñas sucesiones de momentos que pueden ser subsanadas con trabajo y sobre todo compromiso. 
Lo realmente peligroso son algunos artículos que han visto la luz y que no hacen ningún bien ni a la fiesta, ni a sus protagonistas, ni a los altares, ni al propio copatrón de la ciudad.
Y con las Cruces de Mayo, más de lo mismo. Nos basamos en pregones, en opiniones, con tal de crear la polémica fácil y contentar a quien hincha a billetes lo que otrora era una prensa libre. No me gustan los voceros, pero menos me gustan los palmeros. A fin de cuentas el vocero cumple una función, mientras que el palmero vive siempre a rebufo. Este año hay menos cruces, pero las hay. Este año los premios son como son, pero los hay. Las tradiciones están ahí, a pesar de que para muchos son rancias y pasadas de época. No es justo. Un pueblo sin tradición, sin historia, ni es pueblo ni es nada y como empecemos a ahogar más si cabe el trabajo que se realiza en pro de estas tradiciones y de la cultura valenciana, acabaremos sin identidad propia gracias a nuestro meninfotismo.
Y no quiero olvidar la polémica que han suscitado algunos en torno a la procesión del Santo Entierro celebrada en Ciutat Vella. Sin duda que nunca hablaré mal de ninguna Semana Santa que se organice, y menos de las de mi tierra. Moncada, Paterna, Torrent, Benetusser. Son ejemplos más que dignos de vivir la Pasión y junto a la Semana Santa Marinera son reflejo de la sociedad, costumbres, tradición y cultura, pero sobre todo de la fe. Fe que se vive en todas las parroquias. Fe que San Nicolás quiso ofrecer con su procesión del Santo Entierro ante centenares de personas. Fe que en lugar de poner obstáculos debería mover montañas. Una vez más los palmeros salieron al rescate.



(c) veus de festa