lunes, 28 de mayo de 2012

EDITORIAL 28 DE MAYO

Las personas pasan, las instituciones quedan. Es una bonita frase, sin duda, pero lo que viene ocuriendo en la comisión de Sueca Literato Azorín, referente a la marcha de Bernardo Morosoli no es bueno para las fallas.
Son muchas las ocasiones en las que una persona se hace con las riendas de una comisión a base de talonario.
Hasta ese momento es todo bonito, maravilloso y las palmaditas en la espelada se suceden una tras otra. Además se da la circunstancia que en este caso Morosoli ha vivido con total intensidad su presidencia y ha defendido el escudo y el prestigio de su falla por encima de todo. A eso se le llama una persona comprometida. Desde luego con su esfuerzo y con el de la comisión ( que no hay que olvidarlo) se ha trabajado para poner a Sueca Literato Azorín en el top de las top. Y se consiguió.
Ahora Según la noticia publicada en Las Provincias Bernardo se va y hay desbandada de falleros e incluso tienen que ir buscando casal. Los tiempos cambian, las personas también.

Me gustaría defender la figura de la falla, del compromiso, de la convivencia y denostar a todas aquellas comisiones que confían en el maná caído del cielo, puesto que tarde o temprano acaba por agotarse y deja con todas las carencias al descubierto. Puede que este sea un aviso para navegantes y haya más de una comisión que se haya dado cuenta de que el sentir de un estandarte, de un escudo va mucho más allá de una sección de falla o de un palet de más o de menos. La falla es sentimiento, cierto es que con todo tipo de malabarismos económicos para subsistir, pero años y años siguen las comisiones trabajando duro por su fiesta, por su falla, por sus ideales.

Y todo esto es producto del afán de las comisiones por ser la mejor, no hay nada malo en ello. Pero ojo, hay que ser conscientes en muchas ocasiones hasta donde podemos llegar porque más dura puede ser la caída.

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